martes, 15 de marzo de 2011

Un día cualquiera.


Un día, sales de tu apartamento, soleado y amplio, pero modesto. Bajas las escaleras y llegas al portal, pero llega esa sensación.
Ese sentimiento, que te hace avanzar pero parar en el camino, adelantar un pie pero alejarlo de nuevo, porque tienes un pequeño sentimiento de culpa, o quizá despiste.
Sientes que algo se te olvidó, en la mesa, la silla, el sofá... Algo que estaba preparado, en cualquier lugar, rincón de tu habitación, o quizás de la cocina...
Pero te paras un momento y piensas, lo que se me olvidó fue el corazón.

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